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9 de febrero de 2012

ISABEL II: 60 AÑOS EN EL TRONO


Isabel II cumple, este 2012, 85 años de edad y 60 de reinado; es, ahora, la segunda monarca con el reinado más largo en la Historia de Inglaterra y del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, solo superada por su antepasada Victoria que reinó 63 años, de 1838 a 1901; sin embargo, no podría tratarse de reinados más disímbolos, pues sin duda, una y otra reina, y también por supuesto, su antecesora Isabel I en el siglo XVI, vivieron circunstancias muy diferentes y momentos propios de la Historia Británica que condicionaron sus acciones y sus decisiones.

Así, Isabel I Tudor reinó en el convulso siglo XVI caracterizado por la Reforma Religiosa iniciada por su padre Enrique VIII, ella consolidó el cisma anglicano y sentó, ciertamente, las bases para el futuro poderío británico, cuando, en ese momento, Inglaterra era una potencia de segundo orden detrás de España y Francia en el ámbito europeo; claro, lo hizo muchas veces mediante métodos desleales, como su apoyo a la piratería y una política de financiamiento y apoyo a escondidas de los rebeldes holandeses en contra del Imperio Español; y con muchas dosis de hipocresía, pues la "Reina Virgen" tuvo un verdadero rosario de amantes y ocultó estar enamorada, siempre, de su rival español Felipe II, viudo de su hermana, la católica María. Por otro lado, Isabel apoyó las artes y la cultura, y prueba de ello fue el gran desarrollo de la literatura y el teatro en su época: el gran William Shakespeare, Ben Johnson y Edmund Spenser son algunos de sus representantes, o el filósofo Sir Francis Bacon, todos ellos beneficiados del clima fértil existente bajo el manto de la corona isabelina.

A Victoria, ya perteneciente a la dinastía actual, los Hannover, (que después de ella, por su matrimonio con el Príncipe Alberto cambió su apellido a Sajonia-Coburgo y después, durante la I Guerra Mundial, lo cambió a Windsor a fin de encubrir su origen alemán) le tocaría presidir el máximo apogeo del Imperio Británico y dirigir la trancisión definitiva del sistema político al esquema constitucional actual. Para 1901, Victoria dejaba a Inglaterra convertida en la primera potencia mundial, extendida por 1/3 de la superficie terrestre y con una pujante economía industrial, en la que las desigualdades sociales se reducían y el nivel de vida se elevaba.

Isabel II es personalmente una mujer de carácter fuerte, con un estricto sentido del deber y firmes convicciones que de manera impecable ha desempeñado su rol como monarca constitucional, arbitrando la vida política interna de Gran Bretaña y ejerciendo la máxima representación al exterior; sin embargo, sus buenas intenciones y diligentes oficios no han sido suficientes para impedir que haya sido la reina que ha vivido el declive imparable de su Nación como potencia mundial. Tras la II Guerra Mundial, heredó de su padre Jorge VI un país destrozado económica y militarmente, que no estaba en condiciones de seguir manteniendo el inmenso imperio, en el que, además, el Nacionalismo se había extendido; la India, en 1947, había accedido a la independencia, Canadá, Australia y Nueva Zelanda habían también obtenido su libertad, bajo la ficción jurídica del "Dominio", mediante la cual Isabel mantenía la teórica corona de esos países, que en realidad funcionan, hasta el día de hoy, como repúblicas parlamentarias, en una forma que permitió que la ruptura con la Metrópoli se diera en forma pacífica, incruenta y sin eliminar los fuertes lazos comerciales, culturales y económicos que han resultado beneficiosos. Perdidas estas principales joyas de la corona imperial, siguieron las colonias africanas, caribeñas y oceánicas durante las décadas siguientes, aunque su país siguió siendo de las principales economías del mundo gracias a su vigor industrial, aunque el mismo fue pronto superado por los norteamericanos, y a la constitución de la Commonwealth o Comunidad Británica de Naciones, en mucho mantenida gracias a su interés y esfuerzo personal, y que es, fundamentalmente una organización de libre comercio conformada por la Gran Bretaña y las ex-colonias, y que ella preside, aunque últimamente ha sido un tanto echada a un lado, ante la pujante economía en crecimiento de la India, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica que han opacado a la antigua Metrópoli, el envolvimiento en la Unión Europea, y también, la subordinación o alianza con los intereses norteamericanos en los últimos 15 años que han impedido al Reino Unido tomar una política propia.

Ha contado durante estos 60 años con grandes personalidades a su alrededor. Al inicio de su reinado, el Primer Ministro era ni más ni menos que Winston Churchill, a quien vió partir y enterró con honores de héroe en la Abadía de Westminster, después de él, han destacado al frente del Ejecutivo tanto Margaret Thatcher como Tony Blair, aunque la mayoría de su reinado ha estado dominado por los Laboristas, que provocaron el estancamiento económico con el dominio del Estado sobre las principales empresas, aunque también propiciaron medidas redistribuitivas de la riqueza cosa con la que la monarca se ha demostrado de acuerdo.

Sin embargo, quizá puede considerarse como el apogeo de su reinado el tiempo en que el Gobierno fue presidido por Margaret Thatcher: ambas mujeres de carácter rígido y decidido parecieron conducir a su país a un renacimiento; demostrando, como en el conflicto de las Malvinas, hace 30 años con Argentina, que aún podían ser una potencia militar, aunque de modo apretado, pues las fuerzas armadas argentinas pusieron en más de un aprieto a las británicas que empezaban a acusar ya ciertas debilidades y los argentinos no pudieron sostener la ocupación de las islas más por cuestiones de logística que por una abrumadora diferencia en el combate a favor de los europeos, y fue también voz cantante en el concierto de la política internacional durante esos años. Pese a tratarse de dos mujeres con muchas coincidencias, o quizá por eso mismo, la Reina y la Dama de Hierro no se llevaron del todo bien, pues sostuvieron diferencias en la política económica a seguir en el país, pues la soberana no estaba de acuerdo con el neoliberalismo de la ministra, sobre todo por su temor a la generación de desigualdad social y las privatizaciones, que beneficiaron a extranjeros y no a británicos.

Isabel sin embargo se ha mantenido abierta a muchos de los cambios presentados; en mucho, ha tomado con filosofía la inevitable declinación de Gran Bretaña, pero ha reconocido la inmensa influencia que su país tiene, desde los años 60, en la cultura popular, de ahí que iniciara volviendo caballeros a los Beatles y ha seguido toda una serie de ennoblecimientos de personajes del mundo musical y del cine que, al día de hoy, constituyen una de las principales actividades económicas del país. Y, aunque no lo parezca, ella misma, desde un principio, buscó acercar la figura de la Jefe del Estado hacia el pueblo, aparecer menos distante y más cercano a los ciudadanos... aunque el carisma y el encanto de la Princesa Diana pudo acabar con esto.

Lo que más la ha golpeado, sin duda, ha sido la situación de su familia, que no ha estado a la altura de las fuertes convicciones morales y religiosas que han caracterizado a Isabel II; la vida privada de sus hijos y nueras han originado los más graves cuestionamientos que ha sufrido la Monarquía Británica como institución en toda su Historia; sobre todo el tormentoso matrimonio de su hijo y heredero,el Príncipe Carlos, con Diana Spencer y su trágica muerte, las infidelidades de ambos, la trágica muerte de Diana, personaje que en mucho, tal y como se retrata en la película "La Reina" en que Isabel es interpretada magistralmente por Helen Mirren, buscó socavar la figura de la soberana y su popularidad en su beneficio, con toda la intención fría y hasta maliciosamente calculada, ¿con qué fines? ¿tenía Diana, detrás de sus desesperadas necesidades de afecto, fama y atención, pretensiones políticas? Al menos, la muerte de la Princesa cimbró hasta los cimientos al Estado Británico y se sintió como un golpe cercano a debilitar la Monarquía o hasta derrumbarla; sin embargo, el apoyo que encontró Isabel en Tony Blair, Laborista que de inclinaciones republicanas pasó a defensor a ultranza de la Monarquía y la entereza y conciencia de Estado de la propia monarca por encima de cuestiones sentimentales y de la evidente demagogia que la llamada "Princesa del Pueblo" ejercitó durante su estancia dentro de la familia real, salvaron la institución, e incluso, la consolidó más.

Sin duda, la biografía de Isabel II, que ha quedado como paradigma de los monarcas actuales, ha estado llena de episodios interesantes, que van más allá de la prensa del corazón; la extensión del poder de la reina como Jefe de Estado en Gran Bretaña siempre será una incógnito, después de todo, las reuniones, conversaciones y telefonemas entre la monarca y el Primer Ministro o los demás miembros del Gabinete y su interrelación con el Consejo Privado y el Gobierno quedan como confidenciales, pero no es de dudarse que esta mujer de pequeña y en apariencia frágil constitución ha tenido una importante influencia en que Inglaterra, si bien ha decaído en su papel como potencia mundial y europea, no se haya precipitado en el caos ni como pasto de los intereses partidistas de políticos y grupos de poder, como ocurrió con antiguas grandes potencias como España o Francia, que tras la pérdida de sus imperios han sido víctimas de la inestabilidad política y de políticos corruptos; será que en Inglaterra, todos estos lidercillos, políticos y demás, al menos saben que si voltean hacia arriba, encontrarán la severa mirada de la matriarca entronizada.
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Soy antitaurino y lo seguiré siendo, porque, como ya he dicho anteriormente, me parece de brutos, sádicos y morbosos ir a divertirse viendo como se tortura y mata a un animal y con la expectativa de que muera el hombre que sale a efectuar tales tareas para morbo y aplauso de la turba; sin embargo, me parece igualmente de enfermos el hablar de "derechos de los animales", el surgimiento de fundaciones y grupos que luchan por la "adopción" de perros callejeros (que en realidad son un problema de salud) y de que haya cada vez más defensa de la vida de las bestias.

Me parece bastante sintomático de la decadencia actual que la vida humana cada vez se desprecie más y se valore mayormente la de los animales... es algo realmente demencial.

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